Explica que la "información" se ha convertido en materia prima de primer orden que se elabora, se transforma y se comercializa como cualquier otro producto. Todas las personas producimos y consumidos información, de modo similar. Contextualiza la infancia diciendo que los actuales ciudadanos menores de diez años son la primera generación nacida y amamantada culturalmente en la sociedad de la información; cada vez aprenden más cosas fuera de la escuela a través del uso de las distintas tecnologías y acceden a más educación fuera del contexto escolar.
Afirma que la escuela está quedándose rezagada respecto a los cambios que se están produciendo en la sociedad, razón por la cual la institución escolar debe adecuarse a las nuevas necesidades y demandas educativas de la sociedad de la información, dado que al cambiar el concepto de persona alfabetizada como educadores debemos cambiar también el concepto de persona alfabetizada y en un futuro inmediato aquellos ciudadanos que no sepan desenvolverse en la cultura de un modo inteligente y tendrán altas probabilidades de ser marginados culturales.
Por esta razón, según el autor, una meta educativa importante para las escuelas debiera ser la formación de los niños como usuarios cualificados de las nuevas tecnologías y de la cultura que entorno a ellas se produce y difunde. Es necesario cambiar el significado y sentido de la educación en las escuela, dado que lo relevante es el desarrollo de procesos formativos dirigidos a que el alumnado aprenda a aprender, sepa enfrentarse a la información, se cualifique laboralmente para el uso de las nuevas tecnologías de la información y comunicación y tome conciencia de las implicaciones económicas, ideológicas, políticas y culturales de la tecnología en nuestra sociedad.
Como docentes tenemos la responsabilidad de elaborar alternativas pedagógicas innovadoras que respondan a las exigencias sociales de una sociedad democrática.
MOREIRA, Manuel. Una educación para un nuevo siglo
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